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Crítica de Arte

¿Puede ser el diseño arte? Es la eterna pregunta dentro de las Bellas Artes y la respuesta parece permanecer en un trío de talentosas creadoras radicadas en Ciudad de México, nombrada la urbe más trend del panorama del diseño a nivel internacional.

Cultura se manifiesta en cada detalle y esquina siendo la tarea del diseñador tocar para transformar. Este trío de artistas expresan a través del espacio un lenguaje con pequeños rastros de romanticismo en la materialidad casi eterna que juega entre el saber tradicional y la innovación tecnológica del trabajo técnico que combina cada método a expresar en el lienzo — siendo este lienzo la pared—: materia, espacio o vacío. Para ellas las posibilidades son íntimas e infinitas dentro de la libertad.

¿Qué preconciben las artistas y diseñadoras? Conciben la búsqueda de la creación, el juego del universo dentro de un caleidoscopio de posibilidades producidas a partir de sus ideas conjugada con los pensamientos de cada uno de los espectadores que ayudan a diseñar el espacio para ellos, siendo un trabajo donde el gusto y el sentido de belleza empodera a la participación. Cada habitación intervenida se vuelve un antiguo templo, como lo fueron los templos Etruscanos, donde la belleza, proporcionalidad, precisión y lenguaje se integran a la cotidianidad anhelando ser habitados, revividos para su contemplación y adoración sin concepción sagrada contemporánea del no tocar, no intervenir, no alterar al ser espacios casi públicos, con movimiento constante.

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Moussali toma los objetos cotidianos, los dota de vida a partir de su propia técnica, obsesión de materiales, los hace suyos junto con el mundo para reinsertar un nuevo sentido a la vida.

Cada nuevo proyecto es un comenzar de nuevo. La sociedad cambia, el espectador cambia, su predecesor cambia, el artista continua y se vuelve a comenzar siempre con el diseño en la cabeza, con el conocimiento de un mundo que no se escapa ni busca huir al pertenecer a Moussali.

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El equipo de Moussali cuenta con un innato sentido estético inspirado en la naturaleza, seducido por lo abstracto y manifestado en lo geométrico. El contacto entre diseñador, arte y público se desdibuja en cada línea trazada sobre el material que se inserta sobre otro para dotar de corporalidad a la belleza implícita del entorno, creando como capricho último la atmósfera que condicionara al espectador a reflexionar su uso cotidiano.

El trabajo del diseñador en la metamorfosis del arte, de la rebeldía implícita en buscar en cada detalle entre la técnica y la ciencia un sentido en el conocimiento humano cubriendo sus necesidades. Parafraseando a Bruno Munari “el trabajo del artista es ser capaz de entender cada necesidad humana y adecuarla a su método, sin asustarse por los nuevos hechos, por las nuevas fórmulas al ser el lenguaje propio”; ellas lo hacen, sin miedo en esta búsqueda continua expresada en cada espacio testigo del desahogo y el estilo marcado en el tiempo.

Arte y diseño se conjugan para ver nacer un nuevo balance entre lo verdadero que es el ahora y la falsedad de un mundo material esperando a ser construido para crear un nuevo mundo, el refugio ante lo externo. 

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